Un enjambre de avispas, mis pesadillas,
y yo escribiendo en un papel negro con tinta amarilla.
¿Dónde aquellos sueños que el tiempo ha cubierto de olvido?
¿Dónde aquellas ideas que las ratas devoraron para mi alivio?
¿Dónde aquellas guerras libradas con tanto entusiasmo y delirio?
Uno puede enterrarse en preguntas
o disolver las dudas y entregarse a la deriva.
Y es que el aire le entra a la vida
por los cuatro costados y con toda alevosía,
por eso me rindo a estos mares
y a esta tabla de surf negra y amarilla.
Basta ya, me digo, de bucear
en la almendra amarga de los días,
basta ya de honduras y profundidades,
de fosas abisales y toda esa pedantería.
Me mudo a las superficiales olas,
a la volátil y volandera espuma.
A tomar viento tanto cuento truculento,
el sol me hace cosquillas en la coronilla,
muevo las orejas como si fueran campanillas
y me arranco de las pestañas
los poemas tostones,
los relatos peñazos,
los sermones aleccionadores.
Que los corroa el salitre.
Dejo libre mi jauría de palabras
y me deleito
en el cuerpo caleidoscópico
que confieren a un hecho
los sustantivos atópicos
y los verbos berberechos.
Degusto los sabores
de ese loco guiso
desde distintos paladares
y sin pedir permiso.
Le canto con notas jugosas
a las olas de levante
que me abrazan revoltosas.
Rizo el rizo que todo lo riza y lo eriza
y el poema crece como un rizoma
o como púa de erizo, no es broma.
Escribo como aúlla el viento,
desparramando palabras sobre la vida
que no tiene un hilo argumental
ni un principio ni un final.
Un simple detalle cambia toda la historia.
Aúllo desde mis entrañas
y me pinto una raya amarilla y negra
desde mi yugular a la sien derecha.
Me surfeo el camino de hierro de la humanidad
y lo despacho en un haiku que luego quemo.
Le arranco un rizo de plata a la luna,
te coloco ese zarcillo en el labio inferior
y te encadeno a mi trompeta y mi tambor.
Las rastas enhiestas como antenas atentas.
¿Quién dijo que no podía liarla multicolor?
Nadie puede castigarme de cara a la pared
ni tengo que andar contando
los agujeros de bala en los paredones.
Sobre las olas camino
como un Jesucristo surfista y ligón,
me mezo a la deriva con la barriga al sol,
fumo la pipa de la risa como un viejo lobo de mar,
algunas noches invento constelaciones y bebo ron
y otras, te arrastro del zarcillo
para sacarte de tu playa virgen
y hacerte en el agua de las palabras el amor.
Esta poesía fue publicada en la Antología «Damas de Noche» (2014), realizada por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga.
Muy bueno Ricardo.
Enhorabuena
Expresiones
Piedra
Gracias, Miguel, me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
Me ha gustado mucho, aunque sé que declinas siempre por la escritura minimalista, se te da bien desarrollar un hilo más largo. Un abrazo.
Gracias, Marisol. Y eso que el primer borrador tenía el triple de extensión, pero después llegó el corrector con la tijera para mejorarlo. Un abrazo.
Lo recordaba. Me encantó entonces y me encanta ahora. Sigue teniendo esa frescura tan loca y tan tuya. Nos vemos. Besos
Gracias, Mila. Un besote.
Ey,eyEy, Ricardo! que yo no vivo donde hay mar,me rodean bellas sierras y arroyuelos, pero tu poesia me ha colmado de arena, espumas, y sal, y ni que hablar todo el color y movimiento de vida! Aplausos y mil felicitaciones, y mil gracias por comatirlo!.abrazos
Raquel
Gracias, Raquel. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.