Entonces llegó una amiga de mamá y mamá abrió la puerta de casa y dijo que se le estaba quemando la comida y se fue corriendo a la cocina y la amiga de mamá también se fue corriendo detrás de ella y, claro, la puerta se quedó abierta. Mamá siempre dice que no hay que dejar abierta la puerta porque podría entrar alguien y llevárselo todo y yo no sé quién va a entrar que pueda llevarse todo lo que hay en casa; de todas formas fui corriendo a cerrar la puerta que había dejado abierta mamá pero él ya había entrado y él no era alguien porque alguien es una persona mayor o no tan mayor, pero él no era alguien, él era algo, así que no entró alguien, entró algo, y yo fui corriendo a la cocina y se lo quise decir a mi mamá pero mi mamá estaba sacando las croquetas de la sartén, me encantan las croquetas, sobre todo frías, y mamá le estaba contando a la amiga que el sábado había estado en una gran superficie y yo le trataba de decir a mi mamá que algo se había colado en casa, que yo había cerrado la puerta de la calle pero que algo ya estaba dentro, pero mamá no me hacía caso venga a hablar con su amiga de la gran superficie y apártate que te va a caer el aceite hirviendo encima, anda, vete a tu cuarto a jugar un rato y yo me fui a mi cuarto pero no a jugar, me fui a mi cuarto porque algo se había metido allí.
Eso ocurrió hace muchos días y algo sigue aquí, y aunque se lo he querido decir muchas veces a mi mamá, ella siempre me dice que no diga tonterías y también se lo he dicho a mi papá, pero papá siempre dice claro hijo y sigue mirando la televisión. Algo es como un armario, tiene unos brazos largos y peludos y una boca como la de esos osos que comen hormigas que un día vi con mi papá en la televisión. Y algo me ha dicho que una vez que ha entrado en una casa no se puede ir hasta que no seca a los mayores, y yo le dije que por qué no los metía en la secadora de mamá, o que los colgara en la cuerda de la ropa y algo se rió y una noche me llevó al cuarto de mis papás cuando ya estaban durmiendo para que viera como secaba a los mayores y a mí me hizo mucha gracia ver cómo de los ojos de algo salían una especie de medusas que saltaban sobre las cabezas de papá y de mamá, y es verdad que mis papás cada día están más secos, lo malo es que, cuando los seque del todo, algo se irá y ya no jugará conmigo y no nos reiremos más de mis papás.
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¡Que inquietante!
Un abrazo Ricardo.
Ja, ja, ja… «Algo» inquietante… Un abrazo, Marisol.