Maneras de entrenar nuestra creatividad 2

Otra manera excelente de entrenar nuestra creatividad es modelar con barro. Arremángate y no tengas miedo a ensuciarte, vuelve a ser niño, hunde las manos en el barro, siente esa materia viva, amásalo, mira a ver qué formas te aguardan, mejor si lo haces sin ideas preconcebidas.

Con barro modelaron nuestros antepasados prehistóricos los primeros utensilios, dando lugar con el tiempo a la alfarería y, posteriormente, la cerámica artística. Pero esta materia viva tiene más aplicaciones: fue el soporte para la primera escritura de la humanidad, se utiliza para la salud interna y externa del cuerpo, se usa en cosmética, se utiliza en la arquitectura, pues de barro están hechos los ladrillos y mil formas de construir por el mundo, hasta en la industria aeroespacial se utiliza la porcelana, con la que se recubren los transbordadores espaciales, pues es el único material capaz de resistir las altas temperaturas que se generan en el reingreso en la atmósfera.

No soy alfarero, no soy ceramista, simplemente juego con esta materia viva y mágica que es el barro como cuando era pequeño y llovía y bajábamos al parque a jugar con el barro. A continuación te dejo las fotos de algunas piezas de cerámica realizadas en el Taller de cerámica de mi hermana Mercedes. Sí, un lujo disponer de ese espacio para jugar, pues además de hundir las manos en el barro o el gres, lo he podido decorar con óxidos, engobes y esmaltes. Así como cocerlos en el horno, lo que les da la consistencia y el acabado final.

Pero no te preocupes por el acabado, lo importante es el contacto con el barro y el descubrimiento de los seres y objetos que te están aguardando.

De postre, y para vuestro disfrute estético, os dejo unos vídeos de algunas de las exposiciones de mi hermana Mercedes junto a su amigo, el fotógrafo Emilio F. Estevas. Los vídeos han sido realizados por Mariano Heredia de Yaumate Films (Nerja).

Laberintos emergentes

Arquitectura de la mirada

Vasijas: el umbral del vacío 1ª parte

Vasijas: el umbral del vacío 2ª parte

Disparador de escritura

Si te has sentido conectado con alguna de las piezas de cerámica de las fotografías, puedes utilizarlas para escribir. No te lo pienses, tira de lo primero que se te haya venido a la cabeza y suelta el boli por el papel. Si no te ha llegado ninguna, prueba a hacer tus propias piezas de barro y escribe luego sobre ellas si te apetece.

Maneras de entrenar nuestra creatividad 1

Dibujar y pintar es una buena manera de entrenar nuestra creatividad como escritores. Hacerlo sin ningún propósito, sin ninguna intención, sin ideas preconcebidas, desarrolla nuestra creatividad.

Dibujar o pintar, solo por el hecho de jugar con las formas y los colores. Hacer monigotes, garabatos y borrones como los haría cualquier niño pequeño es, como os decía, una buena forma de entrenar nuestra facultad creativa que, como cualquier facultad, si no ejercitas, termina por atrofiarse.

Estos dibujos, que hoy comparto con vosotros, son fruto de ese juego creativo que con tanta naturalidad y satisfacción practican los niños. Están hechos, como veréis, con bolis de diferentes colores comprados en un chino, en cuadernos de apuntes, durante unas clases soporíferas a las que asistí, impartidas por un profe que elaboraba los apuntes a base de corte y pega de la wikipedia. Mientras nos leía esos pastiches sumiéndonos en el tedio más absoluto, mi mano, sin ninguna intención ni propósito, se movía a su aire por la hoja del cuaderno de apuntes que tuviera encima del pupitre. He aquí, algunos de los personajes que, sin saber cómo, aparecieron en esos cuadernos, pues os juro que ni un solo trazo es premeditado.

  • 01 Dibujo Ricardo Sanz
  • 02 Dibujo Ricardo Sanz
  • 03 Dibujo Ricardo Sanz
  • 04 Dibujo Ricardo Sanz
  • 05 Dibujo Ricardo Sanz
  • 06 Dibujo Ricardo Sanz
  • 07 Dibujo Ricardo Sanz
  • 08 Dibujo Ricardo Sanz
  • 09 Dibujo Ricardo Sanz
  • 10 Dibujo Ricardo Sanz

No permitas que cercenen tu creatividad

Y hablando de pintar y de niños, Vimala Rodgers nos cuenta, en su libro de grafología: «Cambia tu escritura para cambiar tu vida«, ediciones Urano, descatalogado, algo muy interesante:

«Si preguntamos a un grupo de treinta niños de parvulario «¿Quién sabe dibujar?», se alzarán treinta manos entusiastas. Los niños describirán todos a la vez lo que mejor saben dibujar. Incluso puede que agiten sus dibujos gritando «¡Mira! ¡Mira lo que he hecho!». Si hacemos la misma pregunta a la misma clase, con los mismos alumnos, pero en la escuela secundaria, ¿cuántas manos se alzarán, aunque sean vacilantes? Tal vez dos. Hasta puede que tres. No es que la capacidad creativa haya desaparecido. Lo que sucede es que con los años formulamos normas comparativas de creatividad y juicios de valor externos, a lo cual sigue un silencio funeral.

«Muy temprano en la vida empezamos a definir la Creatividad según las normas instauradas universalmente. Creemos ser artistas, escritores, o artesanos hábiles, hasta que alguien nos dice: «¡Ni siquiera puede pintar sin salirte de la raya!», «¡No tienes ni idea de ortografía!», o «¿Y qué se supone que es eso?». Interpretamos estos comentarios al azar como si fueran el Evangelio según los Mayores, y empezamos a renegar de nuestras capacidades creativas (…). Dejamos de dibujar o pintar, o dejamos de expresar nuestros sentimientos íntimos en poemas o en cuentos (…). Empezamos diciendo: «Qué pena. La verdad es que me gustaba mucho pintar», o «Me sentía tan feliz cuando escribía poesía», o «Modelar conejitos de barro me daba una gran sensación de bienestar», y acabamos diciendo «Al fin y al cabo, ¿yo qué sé de estas cosas? Con nuestro último aliento creativo afirmamos, vacilantes, «Me gustaría hacerlo, pero debo estar equivocado» (…). Tras un profundo suspiro, empezamos a echar tierra sobre la tumba de nuestro yo creativo y lo sepultamos para siempre».

En cierta ocasión, una de las participantes en el Taller me comentó que su hijo de ocho años, al que le encanta contar y escribir cuentos e historias, le había visto escribiendo en casa. ¿Qué haces, mamá?, preguntó el chaval. Escribiendo, contestó ella, es que estoy yendo a un taller para aprender a contar historias. Ja, dijo su hijo, yo ya sé contar historias. Y como suele ocurrir con los niños, dio en el clavo.

Todos sabemos contar historias; de hecho, nos pasamos la vida contándonos historias, lo que me ha ocurrido en el Mercadona, lo que me ha pasado en el trabajo, lo que me aconteció en el último viaje que hice, lo que me acaba de suceder en mi relación con fulanito. Somos animales narradores.

Por eso, al taller, como yo le digo a los participantes, no se viene a aprender, sino a desaprender, a quitarnos toda esa costra de juicios, convencionalismos, opiniones e ideas acerca de cómo hay que escribir y de la Literatura con mayúsculas.

De lo que se trata es de reconectar con nuestro niño creativo, ese que ya sabe y disfruta haciendo lo que sabe, a coger confianza en nuestra voz más natural y a dotarnos de valor para poner nuestro corazón al desnudo. En definitiva, a expresar lo que nos dé la real gana, a inventarnos las trolas más grandes y creérnoslas a pie juntillas y contarlas con el aplomo con que Homero contaba sus historias de guerras y odiseas y por lo cual Aristóteles decía de él que «era el gran maestro en contar cosas falsas como es debido».

Así que, ya sabes, vuelve a ser un párvulo y escribe, pinta, canta, baila, modela conejitos de barro, salta sobre los charcos de la vida y enlódate hasta las cejas si eso te hace feliz y no permitas que los tristes cercenen tu creatividad con sus comentarios.

Recuerda siempre aquel verso de R. Tagore: «En la playa de interminables mundos, los niños juegan».

Disparador de escritura

Si te has sentido conectado con alguno de los personajes de los dibujos, puedes utilizarlos para escribir. Escribe cómo se llama, dónde vive, qué hace, qué dice, que piensa, en qué problema se ha metido o está a punto de meterse… No te lo pienses, tira de lo primero que se te haya venido a la cabeza y suelta el boli por el papel. Si no te ha llegado ninguno, prueba a hacer tus monigotes y garabatos y escribe luego sobre ellos si te apetece.

La cara divertida del escritor

No soy persona a la que le guste que le retraten, menos aficionado soy al autorretrato o selfie, como lo llaman ahora. Entiendo ambas actividades desde un enfoque creativo en las que el artista trata de ahondar en el ser o la existencia del otro o de sí mismo a través de la imagen. Pero me resulta ajena esta moda de autofotografiarse uno mismo, exhibiendo un catálogo de poses que se repite hasta la saciedad para subirlo a unas redes en busca de unos cuantos me gusta o likes. Antes, lo que se valoraba era la espontaneidad y naturalidad de una persona en un retrato. Ahora parece que es un artificial postureo lo que prima.

Todo esto viene a cuento porque, recientemente, mi amigo y fotógrafo Javier Pérez González me invitó a participar en una sesión de retrato en su Estudio Carabeo 59 en Nerja y a un amigo no se le puede decir que no. Pero antes de mostraros algunas de las fotos de esa sesión, os quiero dejar unos enlaces para que conozcáis mejor a este fotógrafo nerjeño.

Javier Pérez González

Aquí, su página web: https://javierperezgonzalez.wordpress.com/

Su página de trabajos en 360º, flipante: https://wellrounded360.wordpress.com/

Su trabajo de documentalista visual de Los Dólmenes de Antequera: Sitio de los Dólmenes de Antequera

Y, por último, un libro precioso, que os podéis descargar gratis, titulado: Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González

La sesión

Y volviendo a la sesión fotográfica con Javier, tengo que reconocer que fue divertido. Él tenía preparado un fondo blanco y una simple silla de madera y me dijo: “tú mismo”. Así que ahí anduve jugando con ese elemento y algún otro que yo incorporé sobre la marcha: un boli, un folio en blanco y algún libro. Tocaba hacer el payaso y a ello me puse con ganas. El resultado (para verlo haz clic en la galería):

Importa la obra, no el autor

Como habréis leído en el pie de la segunda foto: importa la obra, no el autor. Quizás tampoco esto esté acorde con los tiempos que corren en los que, para triunfar, el escritor se tiene que convertir en una marca, estar continuamente en las redes, opinar de todo lo habido y por haber y exhibir su vida privada, para acumular seguidores que después valorarán esas editoriales más preocupadas por el mercado que por el descubrimiento de nuevas voces y miradas diferentes sobre la vida y el ser humano. Así que, para el que esté interesado, aquí os dejo un enlace en el que podéis echar un vistazo a los últimos libros que he publicado: LIBROS DE RICARDO SANZ

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