Cuando el miedo se extiende (La mirada del barrendero)

Cuando el miedo se extiende
como un rumor insensato
y se desatan los vientos
llenos de negros presagios,
sigo barriendo en silencio
por las calles de mi pueblo
con los ojos puestos
en la basura que encuentro.
Amigable es la vida,
bello, hasta el contenedor
y ese mar de hojas secas
que voy a recoger hoy.
A este momento divino
me entrego ya sin temor
y abrazo a mi escoba
como si fuera una flor.
Hace una rasca que pela,
pero el candor infantil
sigue calentando mi alma
como un sol que habita en mí.
Limpio ahora la papelera
con una húmeda bayeta
y me dice en voz baja:
gracias por tenerme en cuenta.

La mirada del barrendero 14

“La mirada del barrendero”

En un pueblo costero de Málaga, Nerja, un barrendero barre en silencio y observa a esos seres humanos con los que nos cruzamos a diario y en los que apenas reparamos; mientras posa su mirada en unos objetos que, por cotidianos o desechados, ignoramos.

Un barrendero, testigo de amaneceres de ensueño, hecho a los calores del verano, las lluvias y los intempestivos vientos, que contempla la naturaleza como un ente vivo que nada tiene que ver con el paisaje de fondo de nuestros selfies.

Una mirada, la suya, limpia, libre de toda patraña, que no analiza ni separa, que solo vislumbra y calla; una mirada que contempla lo visible y a lo invisible se encauza, que con todo se maravilla, que no rechaza nada y se funde con la vida, como nos dice él mismo en uno de sus poemas.

Una forma de contemplar que nos incita a descubrir lo maravilloso en el corazón mismo de lo inmediato y que nos hace vislumbrar el misterio que hay encerrado  en todo, por insignificante que parezca.

Una invitación a mirar con amor todo lo que nos rodea, pues es justamente en esa mirada, alejada de nuestros fines egoístas y que entra en comunión con el Alma del Mundo, donde reside la auténtica belleza.

Una poesía visual, musical y con un lenguaje sencillo que huye del artificio literario. Unos versos que fluyen como fluye un río.

Puedes adquirir “La mirada del barrendero”, en formato electrónico o en papel, en el siguiente enlace: https://amzn.to/3e69tTQ

Rompe la ola en la orilla (La mirada del barrendero)

Rompe la ola en la orilla,
nadie en la playa desierta,
una patera varada
la compasión me despierta.
En la inhumana frontera
la vida también celebra
cuando una sonrisa es
la que abraza a los que llegan.
Atrás quedaron las aguas
y esas malditas arenas,
los saqueos de las mafias
y tantas y tantas penas.
Lejos quedaron las noches
cuajadas de frías estrellas
que, como única manta,
aliviaban sus tristezas.
Y el miedo a que la huida
fuera hacia otra nada,
se disipó en ese abrazo
que solo sale del alma.

La mirada del barrendero 13

“La mirada del barrendero”

En un pueblo costero de Málaga, Nerja, un barrendero barre en silencio y observa a esos seres humanos con los que nos cruzamos a diario y en los que apenas reparamos; mientras posa su mirada en unos objetos que, por cotidianos o desechados, ignoramos.

Un barrendero, testigo de amaneceres de ensueño, hecho a los calores del verano, las lluvias y los intempestivos vientos, que contempla la naturaleza como un ente vivo que nada tiene que ver con el paisaje de fondo de nuestros selfies.

Una mirada, la suya, limpia, libre de toda patraña, que no analiza ni separa, que solo vislumbra y calla; una mirada que contempla lo visible y a lo invisible se encauza, que con todo se maravilla, que no rechaza nada y se funde con la vida, como nos dice él mismo en uno de sus poemas.

Una forma de contemplar que nos incita a descubrir lo maravilloso en el corazón mismo de lo inmediato y que nos hace vislumbrar el misterio que hay encerrado  en todo, por insignificante que parezca.

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Estoy barriendo el Paseo (La mirada del barrendero)

Estoy barriendo el Paseo
antes de que cante el gallo,
disfrutando del silencio
tan escaso en el verano.
Rebosan las papeleras,
el suelo está que da pena,
mira que hay forraje a espuertas,
hoy voy a tener faena.
No lucho con la basura,
de nada sirve luchar
y con la escoba en la mano
a mí me gusta danzar.
Recogiendo voy escombros
de mi edificio mental
y todo va a la cubeta,
que es donde tiene que estar.
Sonrío a un gato que asoma
su cara por el canal
buscando al mirlo que rompe
la noche con su cantar.
Cielo cuajado de estrellas,
mar en calma, luna llena,
y el camión de la basura
que por Cavana se acerca.
Qué maravilla el silencio
en el que ahora barro yo,
qué sosiego en movimiento,
escoba y recogedor.

La mirada del barrendero 12

“La mirada del barrendero”

En un pueblo costero de Málaga, Nerja, un barrendero barre en silencio y observa a esos seres humanos con los que nos cruzamos a diario y en los que apenas reparamos; mientras posa su mirada en unos objetos que, por cotidianos o desechados, ignoramos.

Un barrendero, testigo de amaneceres de ensueño, hecho a los calores del verano, las lluvias y los intempestivos vientos, que contempla la naturaleza como un ente vivo que nada tiene que ver con el paisaje de fondo de nuestros selfies.

Una mirada, la suya, limpia, libre de toda patraña, que no analiza ni separa, que solo vislumbra y calla; una mirada que contempla lo visible y a lo invisible se encauza, que con todo se maravilla, que no rechaza nada y se funde con la vida, como nos dice él mismo en uno de sus poemas.

Una forma de contemplar que nos incita a descubrir lo maravilloso en el corazón mismo de lo inmediato y que nos hace vislumbrar el misterio que hay encerrado  en todo, por insignificante que parezca.

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