Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury

Hoy os traigo un libro que amo: «Zen en el arte de escribir«, de Ray Bradbury, autor de «Crónicas marcianas», «Fahrenheit 451» y otros muchos relatos, novelas y guiones para cine y teatro, fue editado hace años por Minotauro y en la actualidad está descatalogado, pero si rastreáis por la red, seguro que lo encontráis.

Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury El libro de Bradbury es un conjunto de once ensayos, escritos a lo largo de treinta años, sobre el placer de escribir. Aunque en el título aparezca la palabra «zen», podéis estar tranquilos los ateos y agnósticos, porque no es un libro sobre espiritualidad; tampoco va de técnicas literarias, aunque os será más útil que todos esos manuales que proliferan por ahí y que reducen el acto de escribir a un asunto técnico y profesional.
«Zen en el arte de escribir» es un libro sobre el corazón de la escritura, sobre la pasión, el amor y la alegría con que se debe enfocar este acto creativo que es escribir. El autor nos habla de su experiencia, de su vida, de sus cuentos, de su trayectoria, de los errores y de los aciertos; pero sobre todo nos habla de la pasión, del arrebato, del entusiasmo y la garra, del amor que han puesto siempre los grandes escritores en su obra. Porque escribir es una celebración y no una pesada tarea.
A mí me agarró desde el primer párrafo, en el que cuenta cómo a los nueve años decidió no hacer ni caso a las críticas de sus compañeros de clase porque coleccionaba historietas de cómic y seguir a lo suyo: «Eran un montón de idiotas (…). A los nueve años aprendí que hacía bien y todo el mundo se equivocaba«. Y cómo desde entonces ha sido fiel a ese niño, a sus amores, a sus odios, a sus miedos y a sus pasiones y «con esos primitivos ladrillos he construido una vida y una carrera».
Cuando te sientes a escribir, «no pienses«, nos dice Ray Bradbury. «En la rapidez está la verdad (…). Sé como una lagartija» Corre con tu papel y tu boli o con tu máquina de escribir detrás de tus personajes, agarra al vuelo ese verso como un rabo de nube y déjate llevar por los cielos de la imaginación. Disfruta. Ama la vida y déjate sorprender por ella. Utiliza los sentidos en la escritura y atraparás al lector. Haz listas de tus amores y tus odios y ponlos a trabajar para ti. Alimenta a tu musa con recuerdos y lecturas, paseos y contemplación. O aprende a cortar y pulir tu obra sin matarla.
Y sobre todo ponle: «Garra. Entusiasmo. Cuán raramente se oyen estas palabras –nos dice Ray Bradbury–. Qué poca gente vemos que viva o, para el caso, cree guiándose por ellas. Sin embargo, si me pidiesen que nombrara los elementos más importantes del carácter de un autor, aquello que da forma a su material y lo impele hacia donde quiere ir, solo podría advertirle que pusiera atención a su garra, que se fijara en su entusiasmo».
Hablando de los grandes escritores y artistas, nos dice: «Son los hijos de los dioses. Sabían divertirse trabajando. No importaba si de vez en cuando crear era difícil, qué tragedias o enfermedades les afectaban la vida más íntima. Las cosas importantes son las que nos llegaron de sus manos y sus mentes, y están llenas a reventar de vigor animal y vitalidad intelectual. Nos transmitieron sus odios y desesperaciones con una especie de amor».
«Zen en el arte de escribir«, de Ray Bradbury, te tocará el corazón de escritor y te lo abrirá de par en par, para que jamás vuelvas a dudar de ti mismo.
Os dejo con algunas frases de Ray Bradbury, gentileza de Andrea.

Si quieres escribir, de Brenda Ueland

Brenda Ueland, autora del libro «Si quieres escribir«, de Ediciones Obelisco, fue una de las mujeres pioneras en esto de la escritura creativa. La primera edición de su libro se publicó en 1938.
Nació en Minneapolis en 1891, vivió durante años en Nueva York, donde formó parte del grupo bohemio del Greenwich Village, que incluía a Jonh Reed, Louise Bryant y Eugène O’Neill. Se ganó la vida como escritora, editora y enseñando a escribir en sus talleres de escritura.
Mujer de una gran vitalidad, estableció un récord internacional de natación (para mayores de 80 años) y murió, a la edad de 93 años, en 1985. Decía tener dos reglas básicas en su vida: decir la verdad y no hacer nada que no quisiera hacer.
Y justamente ese espíritu indómito, alegre e independiente es el que se respira en su libro «Si quieres escribir». «Todo el mundo posee talento, puede ser original y tiene algo importante que contar», comienza diciendo en su libro.
Una obra imprescindible sobre el alma de la escritura y la esencia del proceso creativo.
«Desde que empecé a escribir –empieza diciendo Brenda en su libro–, hace ya mucho tiempo, he logrado aprender no solo de mi propia tarea como escritora, sino también de los talleres de escritura que coordiné durante tres años. A mis clases asistía todo tipo de personas: ricos, pobres, amas de casa, mecanógrafas, gente culta y gente sencilla, como empleadas de hogar que no habían recibido estudios medios. Conocí a gente tímida y a gente más lanzada; algunos eran tranquilos, lentos, y otros, ansiosos y rápidos (…). Pero esto es lo que aprendí básicamente de esta experiencia: cada ser humano tiene algo importante que expresar, posee en sí mismo algo original que decir y está dotado de talento (…). El poder y la imaginación creativos se encuentran en cada uno de vosotros y en la necesidad de compartirlos con los demás».
En efecto, todos nacemos con la facultad imaginativa, creativa, pero como cualquier facultad, si no se cultiva, termina por atrofiarse. Tampoco ayuda nada esa actitud criticona y despectiva que tan a menudo nos encontramos alrededor. «Habréis notado –escribe Brenda Uelan– cómo en alguna ocasión educadores, críticos, padres y todos aquellos que os rodean, cuando escuchan lo que habéis escrito, se vuelven remilgados y fruncen el ceño con desdén (…). No les detesto por sus efectos sobre mí, pues por lo menos yo no les dejé que entraran e influyeran en mi espacio; los desprecio por toda la influencia que potencialmente pueden ejercer sobre personas de cualquier edad. Son asesinos de talentos».
«Si quieres escribir», de Brenda Uelan, no es un libro sobre técnicas literarias ni trucos para escribir un best seller y hacerte famoso y rico; es un libro sobre el sentido profundo del trabajo creativo con la escritura, sobre el alma de esa vocación que a algunos locos nos lleva a rellenar páginas y páginas para no volvernos cuerdos y tristes y aburridos.

Si quieres escribir de Brenda Ueland

Yo que tú

Así se titula el libro de poesía de Juan Vicente Piqueras editado recientemente por la Editorial Difusión, una editorial puntera especializada en la enseñanza del español como lengua extranjera.
«Yo que tú», que lleva por subtítulo «Manual de gramática y poesía», es un libro fresco e irreverente, que demuestra cómo algo, aparentemente tan plomizo como la gramática, se puede transformar en mágico gracias al juego creativo de la imaginación y la palabra.
Yo me lo he pasado pipa leyéndolo.
Os dejo con una de las poesías del libro que versa justamente sobre la escritura.
Y aquí un pdf de promoción en el que podéis leer otros poemas de su libro.

Libro Yo que tu

LA ESPADA Y LA PARED

A Lourdes Miquel, que le encontró los tres pies
al gato encerrado en la gramática

Escribo de puntillas, a escondidas,
a trancas y barrancas,
a tientas, no a sabiendas, al vuelo, a duras penas,
contra viento y marea, a pies juntillas.

Escribo a ratos perdidos los ratos que he perdido.

Escribo entre la espada y la pared,
me agarro a un clavo ardiendo,
me busco las cosquillas.

Escribo al buen tuntún, sin ton ni son, a secas,
a la buena de Dios, a lo que caiga.
Escribo a tumba abierta, dando tumbos.

Escribo para no hacer otra cosa,
por puro vicio, por pasar el rato,
para matar el tiempo, el gusanillo,
mil pájaros de un tiro, tiro piedras
a mi propio tejado, porque sí.

Escribo para irme de la lengua,
para que no le puedan crecer pelos,
para que se me vaya el santo al cielo,
para estar en las nubes o en la higuera.

Escribo para no perder el hilo,
para caer de un guindo, si es posible en la cuenta,
para que se me venga el mundo encima.

Me pongo mi camisa de once varas
que no me llega al cuerpo, ya le he visto
las orejas al lobo, las estrellas.
Pongo el dedo en la llaga, ahí le duele,
a quién, hago de tripas corazón.
Escribo porque el alma se me cae a los pies,
para poder robarle tiempo al tiempo,
porque mañana mismo pasaré a mejor vida.

Predico en el desierto, pierdo ripio,
cultivo habas contadas, naranjas de la China,
pienso en las musarañas, rizo el rizo,
pongo pies en pared, pierdo las riendas,
tiro la piedra y escondo la mano
y después si me he visto no me acuerdo.

Escribo entre la espada y la pared
y en lo que digo aquí hay gato encerrado.
Sus ojos verdes brillan por su ausencia.