Cobaya

Primero fue la alopecia, luego una piorrea que le dejo mellados los dientes, a continuación una alteración metabólica que le llevó a los ciento setenta kilos de peso en cuestión de semanas, la hidrofobia le impedía lavarse en condiciones y el hedor era insoportable, se le habían caído las uñas y se le había escamado la piel, tenía la cara llena de ronchas y pústulas, los ojos se le vidriaron, la pirula amenazaba con caérsele a cachos, padecía de aerofagia y halitosis, y todo por aceptar aquel puesto en el Departamento de Microbiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Qué carrerón, había pensado su mujer cuando le nombraron director de dicho Departamento.

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