Y a mí qué, vamos que me da lo mismo. Que ni fu ni fa, que me da completamente igual el maltrato a la mujer, el agujero en la capa de ozono, las guerras; me la suda el hambre en el mundo, la crisis del euro, los muertos en la carreteras; me da lo mismo que las señoronas se hagan abrigos con los bebés focas, me la traen floja la sanidad y la educación públicas, los derechos universales o que acuchillen a un padre en Navidades cuando salía de comprar los reyes para su hijito; me importa una mierda la desaparición del lince, los crímenes cotidianos y los de lesa humanidad; no me quita el sueño ni el cielo ni el infierno ni Dios ni toda esa cohorte de demonios que se sientan en los gobiernos o en los consejos de administración; me importa un pimiento la pobreza, la tortura, el gobierno en la sombra y los millones de perfiles de facebook; me importa un huevo los tsunamis, los terremotos y las riadas que asolan comarcas enteras en la época del monzón. La verdad, estaría de siquiátrico, si todo eso me importara algo. Soy un tipo frío, a mí todo me deja helado. Es el estado en el que he nacido y en el que me gustaría permanecer. Aunque sé que eso es imposible. Llegará el calor y me derretiré. Y cuando eso ocurra, nadie llorará por compasión delante de un muñeco de nieve agonizando en mitad de un parque. Ya ves, lo que a unos nos da la vida, a otros los mata, como a ese mendigo tumbado en el banco que hay enfrente de mí, envuelto en periódicos y abrazado a su cartón de vino barato vacío. Al menos ha sido una muerte dulce, yo me abrasaré hasta terminar licuado en cuanto salga el sol.
Disparador de escritura
Venga, escribe a partir de lo contrario de lo que piensas y mira a ver a dónde te lleva. Juega hasta con tus principios, recuerda esa frase de Groucho Marx: «Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros».
Son más de las diez de la noche y recién tengo hoy Internet.
Me gustó mucho tu relato, escribir lo contrario de lo que se piensa y nos mueve emocionalmente, de eso va ¿no? Vamos a ver mañana cómo va mi pluma.
Un abrazo.
Gracias, Marisol. Va de jugar con todo, incluidos esos edificios mentales que nos hemos construido durante años y en los que parecemos estar tan cómodos, sin darnos cuenta de que tienen mucho de cárceles. Pero todo cambia y no digamos las ideas, las creencias. Y al el escritor no le viene mal, de vez en cuando, incomodarse un poco; es decir, no acomodarse. Ya sabes, lo que decía el otro, la ciencia tranquiliza, el arte, perturba. Empecemos por nosotros mismos. Besos.
¿Lo contrario de lo que pienso? Esta tarde me desquito.
Huy ahí, a abrir puertas y ventanas, que entre el aire fresco, hay que ventilarse de vez en cuando, renovar los aires, romper las cadenas de oro de nuestras creencias más preciadas. Al toro, a cogerlo por los cuernos y bailar entre sus hasta en el aire. Besos.