El viejo loco de los hielos

Una antigua leyenda esquimal cuenta que existe un hombre tan viejo como el tiempo, nadie ha visto nunca su rostro y todos lo conocen como el Viejo Loco de los Hielos. Vive solo y duerme sobre la nieve helada en mitad de la noche eterna polar. Sólo posee un trineo todo de hielo y sus perros son tan viejos como él y ya no ladran. Cuentan los esquimales que vio pasar por las inmensas llanuras blancas a las primeras hordas de humanos procedentes de donde el sol nace, que los vio llegar y los vio marcharse hacia una tierra deshabitada más allá de todo horizonte. Y cuentan que a los que quedaron desperdigados él los acogió, les enseñó a combatir el hielo más peligroso, ése que llevamos dentro, luego les dio el nombre de hombres y se retiró hacia lo inhóspito y lo incierto. Cuentan que eso ocurrió en un lejano y largo invierno, cuando los hielos unían los continentes separados. Aseguran también que vio a los drakkars surcar las aguas del Estrecho y que contempló a los orgullosos hombres y a las astutas mujeres vikingas sobre sus frágiles embarcaciones de niebla blanca. Cuentan los viejos esquimales, mientras saborean carne podrida, que un día el viento arrastró hasta él los lamentos de tribus expulsadas hacia el norte. Lo que empezó siendo el rumor del llanto de una vieja foca herida, había terminado por convertirse en el rugido de una orca enfurecida y alocada. Ante el avance del hombre blanco, el Viejo Loco de los Hielos huyó hacia los confines del hielo y desde entonces habita ese lugar oscuro en el que la claridad sólo puede surgir de uno mismo. Dicen los viejos esquimales, mientras sus mujeres ablandan el cuero con los dientes, que el Viejo Loco de los Hielos está empeñado desde siempre en encontrar a la Mujer Transparente. Y cuentan los esquimales que cuenta la leyenda que el cuerpo de la Mujer Transparente es de nieve y de noche y de fuego y de estrellas, y que viste una túnica tejida por todos los vientos porque todos los vientos nacen de ella. Y cuentan entre risas los viejos esquimales que, cuando ella se le aparece, el Viejo Loco de los Hielos siente que puede besar los ojos de la ballena, deslizarse bajo la piel de la morsa, copular con la gran osa blanca. Hay infiernos que encierran el cielo, dicen los esquimales; mientras, el Viejo Loco de los Hielos continúa su marcha errante por esos lugares que sin ser tierra son firmes como la tierra, que sin ser agua contienen todos nuestros naufragios, que sin ser fuego queman a veces como el fuego, que sin ser aire encierran como el aire todos los sueños.

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el viejo loco de los hielos

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