Ese solar polvoriento
bordeado de chabolas existe
porque una niña de cuatro años lo pisa.
Entre sus pies descalzos y su pelo sucio
unos ojos del color de sus horas
ya no miran.
Ella abraza una muñeca muerta
y yo siento que me muero de vergüenza.
De mi libro «Microbios» (2004): DESCARGAR GRATIS AQUÍ
Este siempre fue uno de mis preferidos. Me encanta
Me alegro, Mila, gracias por tu seguimiento. Un abrazo.
Que lindo, muy sensitivo y empático. me gusta.
Gracias, Marisol, un abrazo.