Sugerencias
Hoy vamos a abordar lo ordinario y lo extraordinario en el proceso de escritura. Así que prepárate para aprender a escribir sobre lo banal.
No confundas “detalle” con “insignificante”, “pequeño”, “sin importancia”. Por muy grande y fantástica que sea una cosa, al mismo tiempo es banal, ordinaria.
El detalle original es algo extremadamente banal, excepto para la mente capaz de darse cuenta de su excepcionalidad. Ese detalle te llevará a la otra orilla, a la zona de sombra que hay detrás de todo y que querías iluminar.
Para escribir sobre algo hay que penetrarlo íntimamente y entenderlo, de manera que lo banal-extraordinario relampaguee delante de tus ojos. Porque vivimos tanto para nosotros como para la alcachofa sin carisma que comimos ayer y que nos ha dado su vida: todo está interconectado. Sintiendo así, los saltos interiores que exige la poesía o las ligazones entre períodos de la prosa saldrán de forma natural, puesto que estamos en contacto con la inmensidad del movimiento.
El escritor escribe sobre cosas a las cuales los demás no prestan atención. Nuestro trabajo consiste en dar vida a lo banal, a lo pequeño, a lo cotidiano, consiste en despertar al lector a la excepcionalidad de lo existente. Escribir es viajar sorprendidos, ser forasteros en la propia ciudad, mirar siempre de forma nueva.
Disparadores de escritura
- Haz una lista de lo más banal que puedas imaginar y oblígate a ir escribiendo sobre ello.
- Ahora Haz que algo familiar, cotidiano, resulte extraño.
- Y lo contrario: Haz que algo extraño resulte familiar.
- Escribe a partir de un gesto, un estornudo, la forma de mover las manos mientras se habla, rascarse, cojear, toser, mirar de reojo, etc.
- Personajes que no son lo que parecen: el confiado es desconfiado, el loco es cuerdo, el satisfecho es insatisfecho, el tímido es extrovertido, etc. Prueba con ello.
- Haz una lista de personajes y hechos cotidianos que te llaman la atención. Y vete escribiendo sobre ellos.
Oficio de escribir
“¿Me contradigo?/ Muy bien, entonces me contradigo:/ soy enorme, contengo multitudes”. W. Whitman
“Las apariencias de las cosas engañan”. Séneca
“Una inteligencia que conociese, por un instante determinado, todas las fuerzas que animan la naturaleza y la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuese lo suficientemente poderosa para someter todos estos datos al análisis, abarcaría en una misma fórmula los movimientos de los mayores cuerpos del universo y los de los más ligeros átomos: nada le sería desconocido y tanto el pasado como el futuro estaría presente a sus ojos”. Laplace (Introducción a la teoría analítica de las probabilidades)
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Apocalipsis, 21,1
“No cesaremos de explorar/ y el final de toda nuestra exploración/ será llegar a donde comenzamos/ y conocer el lugar por primera vez”. T. S. Eliot
“Ver el mundo en un grano de arena. Y el cielo en una flor silvestre, encerrar el infinito en la palma de tu mano, y la eternidad en una hora”. William Blake
“En ese entonces yo no sabía qué era la vastedad, pero la sentía: poder abarcar tantas cosas y tan contradictorias, el que lo aparentemente incompatible pudiera ser válido al mismo tiempo, el poder sentirlo así sin morir de miedo, y que se lo debiera nombrar y considerar, la verdadera gloria de la naturaleza humana, eso fue lo que realmente aprendí de ella”. Elías Canetti (refiriéndose a su madre)
“Ahora sí que ya os miro/ cielo, tierra, sol, piedra,/ como si al contemplaros viera mi propia carne./ Ya sólo me faltabais en ella/ para verme completo/ hombre entero en el mundo/ y padre sin semilla/ de la presencia hermosa del futuro”. Emilio Prados
Me encanta este tema porque es un permanente desafío.
Un abrazo Ricardo.
En efecto, Marisol, hallar lo extraordinario en lo ordinario, en lo nimio, en lo cotidiano, es uno de los grandes restos, y placeres, de las escritura. Un abrazo.