Juego y escritura 3

Hoy en «Juego y escritura 3» os traigo un texto de Ray Bradbury, de su libro «Zen en el arte de escribir» que ya comenté en la última entrada de Zona libros.
“Yo estaba enamorado –nos cuenta Ray Bradbury–, por entonces (se refiere a cuando era niño), de los monstruos y los esqueletos y los circos y las ferias y los dinosaurios y, por último, de Marte, el Planeta Rojo. Con esos primitivos ladrillos he construido una vida y una carrera. Todo lo bueno de mi existencia me ha venido de mi amor duradero por esas cosas sorprendentes (…). Hacia los catorce o quince años, mucha gente ya ha sido apartada de sus amores, de sus gustos antiguos e intuitivos, uno a uno, hasta que al llegar a la madurez no les queda nada de alegría, de garra, de entusiasmo, de sabor. Las críticas ajenas, y las propias, los han puesto incómodos. Cuando a las cinco de una oscura y fría mañana de verano llega el circo, y suena el organillo, en vez de levantarse y salir corriendo se remueven en sueños, y la vida pasa de largo. Yo sí que me levantaba y salía. A los nueve años aprendí que hacía bien y todo el mundo se equivocaba (…). Ese muchacho (que fui y soy) me ha escrito los cuentos y los libros (…). Él es la piel a través de la cual, por ósmosis, todos los materiales pasan a verterse en el papel. Yo he confiado en sus pasiones, sus miedos y sus alegrías. Como consecuencia, él rara vez me ha fallado. Cuando tengo en el alma un largo noviembre húmedo, y pienso demasiado y percibo demasiado poco, sé que es buena hora de volver a aquel muchacho de las zapatillas de tenis, las altas fiebres, las alegrías multitudinarias y las pesadillas terribles. No sé bien dónde acaba él y empiezo yo. Pero estoy orgulloso del tandem”.

 

Ray Bradbury en su estudio

Bradbury en su estudio, taller o habitación de juegos.

Poco que añadir a las palabras del maestro. Conciso y claro. Por lo que más queráis, nunca olvidéis a ese niño que fuisteis y sois, abordad la escritura como un juego creativo y entregaos a la tarea en cuerpo y alma, como hacíais cuando jugabais de pequeños, con esa concentración, presencia y amor que poníais cuando estabais haciendo lo que más os gustaba. Ese es el auténtico hic et nunc, «aquí y ahora» de los sabios, lo que ocurre es que ellos lo practican de continuo, hagan lo que hagan, como Perro que cuando tiene hambre, come; y cuando tiene sueño, duerme.

Ray Bradbury a los 3 años

Ray Bradbury, en 1923, a la edad de tres años.

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