Calienta la imaginación, afila la lengua, desenfunda el boli y se deja ir hacia las azules costas de la infancia, hacia el verde mar plagado de quimeras de sus años de juventud, hacia los rocosos acantilados de los miedos; se adentra en la cueva de sus más inconfesables obsesiones; deambula por oscuras callejuelas por las que vagan estrafalarios personajes; se pierde en el bosque encantado de los objetos cotidianos; contempla la tormenta eléctrica de sus intuiciones más certeras; se deja arrastrar al pozo sin fondo de los aromas clavados para siempre en su memoria; vuela en cielos por los que cabalgan indómitos caballos negros; se detiene en plazas en las que las farolas conversan con las papeleras; se hunde en el cenicero de los sueños espachurrados como colillas por el tiempo; pasea entre doradas dunas por las que caminan los muertos que la alumbran; se recrea en los huertos de palabras que crecen sin trampa; se embarca en sus más íntimas fantasías; se deja acompañar de sus fantasmas; se baña en un lago de lágrimas cristalizadas; retoza en dementes carcajadas; se tumba entre las virutas del tiempo acumuladas en la carpintería de los días; se encierra en un armario lleno de cajas vacías; pasea por jardines de músicas jamás escuchadas; entra en tugurios para respirar el humo de la vida; rehúye el pantano de las certezas y se baña en la cascada de las dudas. Y luego, poco a poco, regresa, siendo otra.
Ojalá pudiera ser la escritora que pintas…lo seguiré intentando. un abrazo.
En la escritura, como en la vida, no hay meta, hay camino. Y lo importante es recorrerlo con amor, atención y presencia. Un abrazo, Marisol.
Yo ya he empezado a escribir, en pequeñas cosas me parezco a «la escritora», pero… todavía no salgo siendo otra. Un besazo. Te sigo
Gracias, Mila, por el seguimiento del blog. Y aunque en esencia somos el mismo siempre, en las formas vamos cambiando. Digo. Otro besote para ti.
Me encantó la referencia a la patria de la autora. Bueno. Yo abogo por la destrucción concienzuda de la literatura, ya, pero no llego. Nos escribimos.
Gracias, Benja. Nos escribimos y nos desliteraturizamos. Vamos, como han hechos todos los grandes. No vamos a ser menos. Fuego al papel en blanco y que las palabras ardan por las plazas y las calles y las trochas pedregosas y esos campos de Dios. Es que me inspiras, compañero. Abrazote