Arañas y cucarachas,
ratas grises de cloaca,
serpientes resbaladizas,
hienas de macabra risa
pueblan a veces mis noches
o me persiguen de día.
No tengo escapatoria
porque anidan en mis tripas
como las oscuras nieblas
y las terribles ventiscas,
como las lágrimas secas
y las carcajadas locas.
Son mis fieles compañeras,
mis amantes preferidas
y mis fieras más queridas.
Ellas son la sangre negra
que me corre por las venas,
la hiel de mis horas rotas,
el agrio de mis caricias.
Mis bestias mentales matan
como la gente respira,
juega a la lotería
o va el domingo a misa,
por la más pura inercia,
sin ninguna histeria,
con calma y haciendo gala
de una refinada estética.
Yo soy el hijo bastardo
de esas perversas fieras.
Afortunadamente uno también conoce otros lados de tu alma inquieta.
Un abrazo.
Bueno, no olvidemos que estamos en el terreno de la literatura, no en el de la terapia. Y es hasta divertido, y liberador, merodear por el lado oscuro de uno mismo o de cualquier personaje. Besos.