Querido diario:
Un día más no tengo nada interesante o poético que contarte. Esta tarde, mamá le ha pegado otra paliza a papá, que se ha escondido debajo de la mesa camilla, y cuando estaba ahí, ha llegado Rambo, el pitbull de mamá, y le ha meado encima. En fin, lo de siempre.
Me gustaría tener algo más literario que contarte, mi profe dice que todo es literatura, pero cuando lo veo desayunando esos churros grasientos que ponen en la cafetería del insti y las gotas de chocolate le chorrean por la barbilla y le manchan su camisa blanca, me entran ganas de vomitar y me levantaría y correría a los servicios, pero en lo que va de semana ya me han violado dos veces en los servicios y entonces me aguanto. Y si no puedo aguantar, corro a la biblioteca y vomito en cualquier rincón, la bibliotecaria es una adicta a los juegos de guerra, como mi hermano, y no se entera de nada porque está siempre empantallada en el ordenador.
Ah, hoy en el recreo he hablado con mis amigas del futuro, Lourdes últimamente solo habla de Dios, cuando acabe el insti quiere matricularse en Teología, y Silvia no quiere seguir estudiando, ella quiere ser actriz porno. Como verás nada especial, en mi insti la que no quiere ser teóloga, quiere ser actriz porno, yo quiero ser poeta, pero nunca encuentro motivos poéticos para escribir. Bueno, sí, ayer vi que había crecido una hierbita en el alféizar de mi ventana, me pareció supermegahiperpoético, pero llegó un pajarraco, creo que era una paloma, y la arrancó y se la llevó.
Muy divertido, me encanta la idea, llevaré el diario peligroso lo que queda de año.
Un abrazo.
Me alegro de que te motive, Marisol. A correr riesgos, como decía el otro, que escritura amodorrada ya hay mucha. Besos.
Hoy llovía, me he levantado con el despertador y me he ido a dar clase de español a inmigrantes, pienso que lo necesitan para manejarse por estos lares. Como llovía, no ha ido ningún alumno. Pero sobre esto no me apetece escribir.
Pues ya está. Hay que escribir sobre lo que le apetece a uno, aunque a veces está bien escribir sobre lo que a uno no le apetece. Je, je, te creías que te ibas a escapar. Aquí estoy yo para incordiar y no dejar que nadie se apalanque en lo cómodo. Besote.