Escritura creativa 1 (Las reglas del juego)

Sugerencias

A escribir se aprende escribiendo. Debemos practicar la escritura como el atleta entrena para correr una maratón o el pianista hace dedos la tira de horas para estar en forma el día del concierto.
En el camino de la escritura creativa iremos descubriendo las historias que queremos contar y la forma en que queremos hacerlo, esas voces que nos habitan dentro.
El objetivo es conseguir confianza en nuestra voz y en nuestra mente, una seguridad que nace de nuestra propia experiencia.
La forma de conseguirlo: la práctica de la escritura, el ejercicio por tiempos. Nos marcamos un tiempo (diez, quince, veinte minutos, el que queráis), buscamos un disparador de escritura y nos ponemos a escribir hasta que se cumpla el tiempo marcado.
Estamos en el primer momento de la escritura, en la fase creativa, ante el papel en blanco. La calidad o perfección formal es un asunto que viene después, al corregir y pulir el texto, nunca en el momento de ponerse a escribir. Comienza el juego, relajaos y disponeos a disfrutar.
Pero como todo juego, el juego creativo de la escritura tiene sus reglas que hay que respetar. Son unas reglas sencillas y las únicas que os voy a dar.
No tiene nada que ver con lo que os enseñaron en el cole o en el instituto, aquello de que había que escribir en limpio, con buena letra, sin faltas de ortografía y pensando muy bien lo que ibais a decir. Pero aquí estamos para desaprender.

Las reglas del taller

  1. No pienses. En cuanto empiece a correr el tiempo, ponte a escribir, tira de lo primero que te venga a la cabeza, aunque te parezca una majadería, si se te acaba el hilo, salta a otra cosa como una liebre loca de marzo, la imaginación trabaja por asociación. Escribe a vuelapluma, sin parar, a la deriva, hasta que se agote el tiempo marcado. Y no te pares a releer, cortarías el flujo creativo.
  2. Pierde el control. Sé indómito, impúdico, irreverente, no te cortes, suelta todo lo que se te venga a la boca. En la escritura no hay límites y la libertad es absoluta. No te dejes engatusar por el pensamiento lógico, en la escritura, como en la vida, rara vez dos más dos es igual a cuatro.
  3. No borres nada, no taches. Cuando vuelvas sobre tu borrador puede que descubras que lo mejor era aquello que pretendiste tachar. No cedas nunca a tu censor interno. Si algo te da miedo o te inquieta, coge el toro por los cuernos.
  4. No te preocupes por la ortografía, la gramática o la puntuación. Son aspectos que deberás cuidar en la fase de corrección, pero esa fase es posterior.
  5. Sé concreto: árbol, no; olmo; coche, no; audi.

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Transmigración, de Oliverio Girondo

Poema de Oliverio Girondo
Poema de Oliverio Girondo.
Para empezar la sección de «Totum revolutum» os traigo un texto de Oliverio Girondo, poeta argentino y universal, un tipo iconoclasta e inclasificable, que supo mezclar como nadie el amor y el humor en sus poemas.

Y de paso, vamos calentando motores para la próxima entrada en la que ya iré directo al grano de la escritura creativa.
Aprovecha el texto, coge papel y bolígrafo y regálate un rato de transmigración. Es gratis y muy saludable.

Transmigración

“A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración. Mientras aquellos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro. Yo no me canso nunca de transmigrar. Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer, ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda… y nos hace cosquillas!
Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar del carro”?… Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo. Y una cosa es mirar al mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo. Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle, con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos… y de los camaleones!… ¡Pensar que durante toda su existencia la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!… ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas… los de las madreselvas? Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir eternamente con un mismo esqueleto y un mismo sexo. Cuando la vida es demasiado humana –¡únicamente humana!– el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa actitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente de mi propia existencia”.

 

La escritora

Calienta la imaginación, afila la lengua, desenfunda el boli y se deja ir hacia las azules costas de la infancia, hacia el verde mar plagado de quimeras de sus años de juventud, hacia los rocosos acantilados de los miedos; se adentra en la cueva de sus más inconfesables obsesiones; deambula por oscuras callejuelas por las que vagan estrafalarios personajes; se pierde en el bosque encantado de los objetos cotidianos; contempla la tormenta eléctrica de sus intuiciones más certeras; se deja arrastrar al pozo sin fondo de los aromas clavados para siempre en su memoria; vuela en cielos por los que cabalgan indómitos caballos negros; se detiene en plazas en las que las farolas conversan con las papeleras; se hunde en el cenicero de los sueños espachurrados como colillas por el tiempo; pasea entre doradas dunas por las que caminan los muertos que la alumbran; se recrea en los huertos de palabras que crecen sin trampa; se embarca en sus más íntimas fantasías; se deja acompañar de sus fantasmas; se baña en un lago de lágrimas cristalizadas; retoza en dementes carcajadas; se tumba entre las virutas del tiempo acumuladas en la carpintería de los días; se encierra en un armario lleno de cajas vacías; pasea por jardines de músicas jamás escuchadas; entra en tugurios para respirar el humo de la vida; rehúye el pantano de las certezas y se baña en la cascada de las dudas. Y luego, poco a poco, regresa, siendo otra.

Microrrelato la escritora