La cara divertida del escritor

No soy persona a la que le guste que le retraten, menos aficionado soy al autorretrato o selfie, como lo llaman ahora. Entiendo ambas actividades desde un enfoque creativo en las que el artista trata de ahondar en el ser o la existencia del otro o de sí mismo a través de la imagen. Pero me resulta ajena esta moda de autofotografiarse uno mismo, exhibiendo un catálogo de poses que se repite hasta la saciedad para subirlo a unas redes en busca de unos cuantos me gusta o likes. Antes, lo que se valoraba era la espontaneidad y naturalidad de una persona en un retrato. Ahora parece que es un artificial postureo lo que prima.

Todo esto viene a cuento porque, recientemente, mi amigo y fotógrafo Javier Pérez González me invitó a participar en una sesión de retrato en su Estudio Carabeo 59 en Nerja y a un amigo no se le puede decir que no. Pero antes de mostraros algunas de las fotos de esa sesión, os quiero dejar unos enlaces para que conozcáis mejor a este fotógrafo nerjeño.

Javier Pérez González

Aquí, su página web: https://javierperezgonzalez.wordpress.com/

Su página de trabajos en 360º, flipante: https://wellrounded360.wordpress.com/

Su trabajo de documentalista visual de Los Dólmenes de Antequera: Sitio de los Dólmenes de Antequera

Y, por último, un libro precioso, que os podéis descargar gratis, titulado: Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González

La sesión

Y volviendo a la sesión fotográfica con Javier, tengo que reconocer que fue divertido. Él tenía preparado un fondo blanco y una simple silla de madera y me dijo: “tú mismo”. Así que ahí anduve jugando con ese elemento y algún otro que yo incorporé sobre la marcha: un boli, un folio en blanco y algún libro. Tocaba hacer el payaso y a ello me puse con ganas. El resultado (para verlo haz clic en la galería):

Importa la obra, no el autor

Como habréis leído en el pie de la segunda foto: importa la obra, no el autor. Quizás tampoco esto esté acorde con los tiempos que corren en los que, para triunfar, el escritor se tiene que convertir en una marca, estar continuamente en las redes, opinar de todo lo habido y por haber y exhibir su vida privada, para acumular seguidores que después valorarán esas editoriales más preocupadas por el mercado que por el descubrimiento de nuevas voces y miradas diferentes sobre la vida y el ser humano. Así que, para el que esté interesado, aquí os dejo un enlace en el que podéis echar un vistazo a los últimos libros que he publicado: LIBROS DE RICARDO SANZ

Libros Ricardo Sanz Amazon

Va riendo y barriendo (La mirada del barrendero)

Va riendo y barriendo
el Ricardo barrendero
las colillas de cigarros
y las cacas de los perros,
los boletos de la loto
todos rotos en mil trozos,
pañuelitos de los mocos
y mogollón de envoltorios,
amaneceres de ensueño,
palomas y gatos muertos.
Va riendo y barriendo,
pegadas al pavimento,
esas chuches pegajosas,
pobres críos, qué alimento,
volátiles buganvillas
que son una pesadilla,
un condón y una compresa,
veinte euros, qué sorpresa,
bajo una alfombra de pipas
donde paran los taxistas.
Va riendo y barriendo
los malos humos y modos
y también los malos sueños
por las calles de su pueblo,
platicando con los chuchos,
contemplando ese trasero
que le alegra el día entero,
cazando luces al vuelo,
historias que nunca tienen
ni un final ni un comienzo.
Cuando a cántaros llueve,
cuando pega el Lorenzo,
cuando sopla el fuerte viento,
va riendo y barriendo.

La mirada del barrendero 17

“La mirada del barrendero”

En un pueblo costero de Málaga, Nerja, un barrendero barre en silencio y observa a esos seres humanos con los que nos cruzamos a diario y en los que apenas reparamos; mientras posa su mirada en unos objetos que, por cotidianos o desechados, ignoramos.

Un barrendero, testigo de amaneceres de ensueño, hecho a los calores del verano, las lluvias y los intempestivos vientos, que contempla la naturaleza como un ente vivo que nada tiene que ver con el paisaje de fondo de nuestros selfies.

Una mirada, la suya, limpia, libre de toda patraña, que no analiza ni separa, que solo vislumbra y calla; una mirada que contempla lo visible y a lo invisible se encauza, que con todo se maravilla, que no rechaza nada y se funde con la vida, como nos dice él mismo en uno de sus poemas.

Una forma de contemplar que nos incita a descubrir lo maravilloso en el corazón mismo de lo inmediato y que nos hace vislumbrar el misterio que hay encerrado  en todo, por insignificante que parezca.

Una invitación a mirar con amor todo lo que nos rodea, pues es justamente en esa mirada, alejada de nuestros fines egoístas y que entra en comunión con el Alma del Mundo, donde reside la auténtica belleza.

Una poesía visual, musical y con un lenguaje sencillo que huye del artificio literario. Unos versos que fluyen como fluye un río.

Puedes adquirir “La mirada del barrendero”, en formato electrónico o en papel, en el siguiente enlace: https://amzn.to/3e69tTQ

Esquina Castilla Pérez (La mirada del barrendero)

Esquina Castilla Pérez
con calle Diputación,
la escoba en una mano
y en la otra el recogedor,
espero a que pase el santo
San Isidro Labrador.
Dos bueyes tiran del carro,
los caballistas en pos
y el pueblo en romería
le sigue con devoción.
Recoger estiércol toca
y con alegría lo hago,
lo que hago no importa,
pero sí cómo lo hago.
Cagajones de caballo,
incrustados en el suelo,
el recogedor metálico
me sirve de pala y luego
voy llenando las cubetas
con todo ese abono bueno.
Rebosante va mi carro
de la bosta de caballo,
pero yo ya no la huelo,
mi olfato está anestesiado.
Con mi deber cumplo y barro
con amor y con cuidado
calles de mi pueblo llenas
de excrementos de caballo.
Son las cinco de la tarde
cuando termino el trabajo
y me tomo una cerveza
para celebrar al Santo:
¡Por el crecimiento orgánico
y ese estiércol necesario!

La mirada del barrendero 16

“La mirada del barrendero”

En un pueblo costero de Málaga, Nerja, un barrendero barre en silencio y observa a esos seres humanos con los que nos cruzamos a diario y en los que apenas reparamos; mientras posa su mirada en unos objetos que, por cotidianos o desechados, ignoramos.

Un barrendero, testigo de amaneceres de ensueño, hecho a los calores del verano, las lluvias y los intempestivos vientos, que contempla la naturaleza como un ente vivo que nada tiene que ver con el paisaje de fondo de nuestros selfies.

Una mirada, la suya, limpia, libre de toda patraña, que no analiza ni separa, que solo vislumbra y calla; una mirada que contempla lo visible y a lo invisible se encauza, que con todo se maravilla, que no rechaza nada y se funde con la vida, como nos dice él mismo en uno de sus poemas.

Una forma de contemplar que nos incita a descubrir lo maravilloso en el corazón mismo de lo inmediato y que nos hace vislumbrar el misterio que hay encerrado  en todo, por insignificante que parezca.

Una invitación a mirar con amor todo lo que nos rodea, pues es justamente en esa mirada, alejada de nuestros fines egoístas y que entra en comunión con el Alma del Mundo, donde reside la auténtica belleza.

Una poesía visual, musical y con un lenguaje sencillo que huye del artificio literario. Unos versos que fluyen como fluye un río.

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