Todos los días pienso: tienes que dejarlo. Y acto seguido me digo: a otro con ese cuento.
En la carretera de la vida es donde se van escribiendo los cuentos, y mira que hay carreteras, casi tantas como vidas.
Mi tema de estudio es: ¿Hay algo que no sea un cuento? Y creo, a fuer de ser sincero, que nunca desentrañaré ese misterio.
Me acuerdo de un cuento que me contaba mi papá de pequeño cuando por las noches me metía con él en la cama, trataba de un mono titiritero que era el más listo del mundo entero.
Creo que todos, familiares y amigos, esperaban más de mí, siento haberlos defraudado dedicándome a escribir cuentos, pero mejor defraudarlos a ellos que a mí.
Mi película favorita es un cuento muy tierno, León el Profesional. Un hombre que cuida así de su planta tiene que ser bueno, aunque se dedique a asesinar.
Leo en el periódico un montón de cuentos que no me creo: son inverosímiles y además están muy mal escritos.
Siempre estoy en medio de un cuento, es mi sino, y hace tiempo que me he rendido y lo acepto.
Puede parecer una cursilada, pero me gusta que haya animalillos en los cuentos, un perro vagabundo, una rata lectora, una cucaracha o un dinosaurio a los pies de una cama.
Cuando escribo un cuento, busco la manera de sorprenderme a cada rato, porque me aburro si me lo sé todo de antemano.
Sentado en una terraza, miro a la gente que pasa y me pongo frenético, ¡la de cuentos que me estoy perdiendo! Sí, lo sé, soy un adicto, un maniaco compulsivo.
Dudo de todo menos de que escribir cuentos me ha salvado la vida, aunque haya terminado como un cencerro.
Lo que me hace realmente feliz es incitar a otros a contar cuentos, soy una oreja perfecta, y mejor con un vino en la copa y alrededor de un buena hoguera.
Solo te quería preguntar, ya puestos, y dado que has tenido la paciencia tibetana de llegar hasta aquí: ¿a ti te gustan los cuentos?
Creo que mi hija, si la hubiera tenido, me habría salido científica y yo habría disfrutado con sus cuentos.
«Se acabó el cuento. O no». Podría ser mi epitafio.
Todo permanece estancado hasta que llega un cuento y lo revuelve todo por fuera y sobre todo por dentro.
Hay en la vida dos tipos de cuentos: los que te entretienen y los que te tienen agarrado por el cuello y cuando te sueltan, no tienes resuello.
Nunca he votado porque los personajes de los cuentos formamos una comunidad donde reina el respeto y no necesitamos de esos cuentos.
Me gustan los cuentos, me gustan tus cuentos
Gracias, Vane. este, como tantos otros escritos, salió de una propuesta del taller. No sé si es un cuento, un tratado sobre el cuento o un simple divertimento, tampoco hay por qué ponerle una etiqueta. Literatura transversal. Un abrazo.
Lo has trabajado bastante, lo recuerdo más espontáneo, ¿o me equivoco?
Sí, siempre hay que pulir los escritos antes de publicarlos. Sin que pierdan su frescura. En este caso creo que eso no ha ocurrido.