Así se titula el libro de poesía de Juan Vicente Piqueras editado recientemente por la Editorial Difusión, una editorial puntera especializada en la enseñanza del español como lengua extranjera.
«Yo que tú», que lleva por subtítulo «Manual de gramática y poesía», es un libro fresco e irreverente, que demuestra cómo algo, aparentemente tan plomizo como la gramática, se puede transformar en mágico gracias al juego creativo de la imaginación y la palabra.
Yo me lo he pasado pipa leyéndolo.
Os dejo con una de las poesías del libro que versa justamente sobre la escritura.
Y aquí un pdf de promoción en el que podéis leer otros poemas de su libro.
LA ESPADA Y LA PARED
A Lourdes Miquel, que le encontró los tres pies
al gato encerrado en la gramática
Escribo de puntillas, a escondidas,
a trancas y barrancas,
a tientas, no a sabiendas, al vuelo, a duras penas,
contra viento y marea, a pies juntillas.
Escribo a ratos perdidos los ratos que he perdido.
Escribo entre la espada y la pared,
me agarro a un clavo ardiendo,
me busco las cosquillas.
Escribo al buen tuntún, sin ton ni son, a secas,
a la buena de Dios, a lo que caiga.
Escribo a tumba abierta, dando tumbos.
Escribo para no hacer otra cosa,
por puro vicio, por pasar el rato,
para matar el tiempo, el gusanillo,
mil pájaros de un tiro, tiro piedras
a mi propio tejado, porque sí.
Escribo para irme de la lengua,
para que no le puedan crecer pelos,
para que se me vaya el santo al cielo,
para estar en las nubes o en la higuera.
Escribo para no perder el hilo,
para caer de un guindo, si es posible en la cuenta,
para que se me venga el mundo encima.
Me pongo mi camisa de once varas
que no me llega al cuerpo, ya le he visto
las orejas al lobo, las estrellas.
Pongo el dedo en la llaga, ahí le duele,
a quién, hago de tripas corazón.
Escribo porque el alma se me cae a los pies,
para poder robarle tiempo al tiempo,
porque mañana mismo pasaré a mejor vida.
Predico en el desierto, pierdo ripio,
cultivo habas contadas, naranjas de la China,
pienso en las musarañas, rizo el rizo,
pongo pies en pared, pierdo las riendas,
tiro la piedra y escondo la mano
y después si me he visto no me acuerdo.
Escribo entre la espada y la pared
y en lo que digo aquí hay gato encerrado.
Sus ojos verdes brillan por su ausencia.
Querido Ricardo, este poema parece salido de la pluma del «duende en la palabra», me gustó más el primero que publicaste, lo sentí un buen compás de inicio para abrir la sinfonía de la escritura.
Gracias, Marisol, me alegro de que te haya gustado.
Genial. Es de esas cosas que me habría gustado escribir yo!!! he leído algunos más y me parece un poeta de lo más interesante. Ingenio a raudales. Gracias, Ricardo, por darlo a conocer.
Yo lo descubrí este verano gracias a una amiga, Marta, que vive en Suecia y que es profesora de ELE, ella fue la que me regaló el libro. Fresco, divertido, irreverente. Un libro muy recomendable. Gracias, María.
¿De veras no es tuyo? Creo que has encontrado a tu alma gemela. Parece salido de un ejercicio del taller de escritura. Me encanta. Tengo tantas ganas de retomarlo!!!
A que sí. Un escritor con mucha chispa. A ver si para mediados de marzo reanudamos el taller. Yo creo que sí. Gracias, Mila.